viernes, 9 de octubre de 2009

INCOMPATIBILIDAD DE CARACTERES (incluye parte II)

Durante bastante tiempo, concretamente 8 meses, he estado en un estado de letargo o de hibernación impropia de mi. Quizás unas veces por desidia, otras por poco tiempo puesto que abrí un Café-Bar y me absorbió gran parte de mi tiempo y con ello también gran parte de mis ganas para dedicarme a escribir algo.
Pero ya varios amigos, entre ellos el joío Delars, me achucharon para que volviese para martillear este invento a base de relatos o vivencias.
Me lo he pensado mucho porque no es plan de recomenzar algo y al poco tiempo abandonarlo de nuevo. Mis millones de lectores nunca me lo perdonarían. ¡Gracias por volver a leerme! Os prometo no defraudar.


“¡Cómo son las cosas! De modo que…” Es el modo con que la gente suele comenzar una conversación cuando quiere criticar algo o alguien. De todas las críticas, las de las bodas y los matrimonios son las que se llevan la palma. Y no porque no hayan temas cotidianos que sean el pan nuestro de cada día. Es que a las mujeres lo que más le chincha o les jode es que una pareja sea “bien avenida”. En serio. ¡Y eso que es lo que todas con mayor ahínco buscan! Aunque ahora ya menos por aquello de que tanto unos como otras tienen los mismos derechos y se hace difícil abordar este tan delicado tema sin caer en el tópico de machista.
Particularmente estoy a favor de los derechos de la mujer y nunca me atrevería a dudar de su inteligencia. Es más, creo que son, al menos así me lo parece, más intuitivas, inteligentes y sobre todo, tienen un poder para sobreponerse a los reveses que da la vida infinitamente superior a los hombres.
Aclarado esto, prosigo. Es un tema que no tiene desperdicio. Empezaré por una breve historia y en ella, más adelante me centraré.

Es un sábado cualquiera del mes de Junio, las 9 de la mañana. Se respira un ambiente anómalo en la barriada, mucha gente en la calle, pero casi toda alrededor de una casa.

-¡Se casa la hija de Maribel, la Yoli! Si, esa que es tan finita y que tiene un novio de Granada. Mú trabajador el muchacho, lástima que esté tanto tiempo sin trabajo. Ella está ayudando a su madre en su casa, haciéndole la faena, porque no encuentra trabajo tampoco… ¡y mira que está bien prepará la chiquilla! Se preparó hace tres años en una academia de mecanografía y sabe de papeles y de pluma. También sabe de ordenadores porque según me dijo Paqui dice que se mete en intesné y ahí conoció a Pedrín, el chico con quién se va a casá. No sé cómo ni por qué se van a meter en este jaleo del casorio…¿estará embarazá?

-¡Que va! Lo que pasa es que, según a mi me dijo mi vecina, el dinero pa la boda lo va a poné el suegro de él, o sea Manolo que dice que le tocó los cupones y, claro, así se pueden casá.

-No creas. Porque Manolo le ayudará a pagar los gastos de la boda, que creo que va a ser por tó lo alto, pero ¿siempre va a sé así? Mujé, alguna vé tendrán ellos que aviárselas por si solos, ¿no? Vamos, digo yo.

-¡Mira, mira, ahí llega el coche de caballos.

-Pero oye, ¿con carroza y tó van a casarse? Pero si la Iglesia está a menos de cincuenta metros. ¡Cómo son la gente, hija! Por aparentá que no quede. Si se fueran andando po ya tendrían algo más pa podé tirá palante algún que otro día má.

-Ay, Maruja que no te enteras. El bodorrio lo paga el padre de ella y no quiere reparar en gastos.

-Ya me enteré, pero si ese dinerito se lo mete en un sobre y se lo da pa cuando les haga falta, po mejó, ¿no? O le abre una cartilla de ahorro… ¿Pero porqué se para el coche de caballos antes de llegar a la casa?

-Mujé, hay mucha gente delante de la puerta y seguramente la novia todavía no estará arreglá y estará haciendo tiempo ahí.

-Po me parece que se ha parao porque los caballos también cagan. Mira la moñiga que acaban de soltá. Y el “chofer” o como se llame sa ido al bar a tomarse algo. ¿Has visto como viene vestío? Parese una cucaracha. Y er sombrero que lleva tan empinao y tan negro que parece uno de esos que llevaban las carretas de los entierros, cuando los caballos llevaban plumas en lo alto de la cabeza.

-¡Hija que fúnebre eres! ¡Mira que acordarte ahora de eso!

Esta es una de las cientos de charlatanerías que se daban en corrillos mientras se esperaba con impaciencia a la salida –digo salida de salir hacia fuera, no de estar “salida”-de la novia.

La ceremonia duró lo que tarda en pre signarse un cura loco. Después fueron al Cortijo Andalú que habían arrendao y los invitados esperaron pacientemente a que los novios llegaran del estudio fotográfico al que habían ido, que no solo estuvieron allí, sino también adonde el fotógrafo los llevó: a un lugar emblemático de la ciudad para resaltar más la hermosura de la novia y la elegancia con que el novio iba vestido. Una vez llegaron los novios, ese grito repentino de algún invitado anónimo –de esos que se cuelan y para no ser descubiertos hacen precisamente esto- .¡¡¡Vivan los novios!!!

Hasta altas horas de la madrugada duró el evento.

Un evento en el que no faltó de nada. Canapés, frituras, cervezas, vino fino, refrescos, todo esto antes de entrar al salón que es una forma de entretener al personal hasta que lleguen las estrellas del festejo.

No es necesario decir que las dichosas cotillas también estuvieron invitadas. Invitadas por su cuenta. No era un convite de esos que se pagan cubiertos, más que nada para tener controlao al personal que va a “filete” y que no está invitado. Es por eso que en cada mesa sitúan un cartelito con los nombres de los que van a ocupar las sillas que rodean esa mesa. Por norma suelen los novios hacer estos repartos y son tan delicados que sitúan a los familiares más allegados cerca de ellos, después a los familiares que, aunque lo sean, son menos. Vamos, que son invitados por el qué dirán… después las amistades más intimas y finalmente la “morralla”, que son invitadas de compromiso pero que te dejan el sobre, que supuestamente suele ser mayor el contenido que el precio del cubierto.

Tanto la Maruja como la Vale, que como dije, se autoinvitaron por esa confianza que da ser vecinos de los contrayentes. Vestidas con su traje de verano estampado, la una, de esos que el domingo anterior lo adquirieron en el mercadillo de los gitanos por 5 € y que muy pomposa ella iba diciendo que su marido había cobrado una extra y que se fue enseguida al Corte Inglés porque su vestuario ya necesitaba un cambio.

-¡Qué bonito!, ¡qué bonito!, ¡pero que requetebonito es este cortijo! Vale.

-Maruja, mira qué bonito es esto. Me habían hablao mucho de este cortijo, pero hija, es que sobrepasa lo que había escuchao. ¡Qué salón!

-Mira, fíjate las mesas como están puestas. ¡Qué manteles! ¡Que lujo! ¡Qué poderío! Fijate las lámparas, con más lágrimas que yo cuando llega fin de mes…Uys. Vamo a sentarno que nos quedamos sin sitio, tú.

-Sí, vamo…oye, vamo pa´lante que estoy viendo en un tablao y eso es que va a vé flamenco y cante por tó lo alto.

-Déjate de irno pa´lante que cuando empiece el cachondeo va a sé mu tarde, va a vé mucho borracho suerto y tenemo que salí por pata. Mira, Vale nohotro hemo venío a meté el ojo y a meté por la boca lo que podamo. Aluego me aserco a la novia, tú me dá er dinero que vaya a meté en er sobre, yo se lo doy con er dinerito de lah dó y nos vamo.

De eso nanay, miarma. Que dehpué resa que tú le diste er sobre y queas como una amiga y yo, ¿qué? Nanay. ¡¡Vamo lah dó!!.

-¡Hija! Qué marpensá ere. Yo lo hacía con la mejó intensión.

-Si claro, la mejó intensión pa ti. ¡Anda, vamo a sentarno que mira, ya están saliendo los camareros con los platos de jamón, queso y gambas. ¡Uhm, cómo noh vamo a poné Maruja! Aligera y vamo a sentarno en esa misma de enfrente.

-Si vamo, no sea que luego sea demasiao tarde, jajajaja.

Al día siguiente de la boda las “cotorras” son las que llevan el protagonismo durante todo el día. Que si hay que vé el vestido tan hortera que llevaba Zutanita, que si la pamela tan estirá que llevaba Menganita que parecía un ratón debajo de una taza, que si ¿te fijaste en el novio de la sobrina de Maruja? me parece que ese tío está majara o le da a la droga porque ¡cuidao como está de incapá!, que si hay que ver cuánto regalo han cogido pero total, pa lo que les va a servir… mejor que le hubieran dado el dinero que le iba a hacer más falta.

En fin. Un mar de cotilleos y de malintencionadas criticas que, más que ser imparciales, servían de alivio explayando esa mala envidia que da el ir bien vestido o también otros que iban vestidos de manera que no tenían el más mínimo sentido del ridículo sin importarles el ¿qué dirán?. Que de todo hay.

Tanto la ceremonia, como la fiesta de celebración y todo el ajetreo que esto lleva consigo, poco a poco fue diluyéndose durante el día siguiente y cayendo en el olvido. Ya solo quedan los novios. Los protagonistas de la historia, de esta historia.


CAPITULO II

Yoli y Pedro quedaron solos. Ya llevaban una semana viviendo como matrimonio en el pisito que su padre les había comprado, bueno, que les había pagado la entrada y el compromiso de pagarles durante un año la cuota mensual de la hipoteca.

Sin que apenas se hubieran dado cuenta pasó ese año que presumidamente sería y de hecho fue feliz. ¡La importancia del dinero, que determina el grado de felicidad en la mayoría de las personas! De la mayoría no, de todas. El dicho de que “el dinero no da la felicidad” se lo inventó un multimillonario porque yo no he visto a pobres o indigentes que sean felices, o sea…

No todos los novios se encuentran con una oportunidad de esa magnitud y, mientras esta gloria duró, todo fue sobre ruedas de tal modo que incluso llegaron a tener un niño muy lindo y que todo el mundo le sacaba parecidos. Unos, que si tenía los ojos del padre, las más que los labios eran un retrato de los de la abuela. Cosas de la gente que, a falta de estar entretenida en su casa haciendo cualquier cosa útil, van a seguir la vida de la primera que se les antoje.

Normalmente este tipo de personas tienen la rara habilidad de llevar cuenta y media de la vida de los demás, sin darse cuenta que la vida de ellas también es llevada por las “amigas íntimas” que, cuando no están conversando con ellas, es porque están conversando de ellas. O sea, cortándoles un vestido, como suele decirse por estos andurriales.

Centrándonos en la pareja, ésta ya no estaba tan compenetrada ni tan feliz como el día en que se casaron. Ambos seguían sin encontrar un trabajo digno. Esporádicamente ella iba a limpiar una casa, pero le pagaban poco, mal y tarde, así que decidió dejar de ir a esa casa y quedarse en la suya propia centrándose más en el cuido de su hijo.

Pedro, por su parte, había conseguido un empleo de estos de contrato basura y que duró apenas 15 días. Los días se les hacían larguísimos y a falta de algo mejor que hacer dedicó su tiempo a frecuentar los bares de la barriada, que por cierto, eso sí que no falta. El padre o mejor dicho, su suegro dejó de pagar su hipoteca, tal y cómo le prometió de manera que las trampas le agobiaban. Ya su semblante no era el mismo. La embriaguez era su estado normal y los nervios por su situación siempre estaban a flor de piel.

Los enfrentamientos con Yoli eran diarios. Voces altas, recriminaciones en las dos direcciones ya eran tan corrientes que poco a poco el respeto y la apatía fue adueñándose de los dos.

-Así no podemos continuar, Pedro. Este ambiente en la casa ya se está poniendo demasiado denso. Me llegas a diario borracho, no echas cuenta de nada, me cargo todo el trabajo de la casa y lo peor es que ni siquiera miras a tu hijo cuando bebes. –Hizo un paréntesis y continuó- Esos amigos que te pagan la bebida, ya podrían buscarte algo donde ellos trabajan. O busco yo y tú te quedas haciendo la casa y cuidando del niño. Así que, tú mismo y, quiero que me contestes ahora porque a esto hay que darle una solución. No estoy dispuesta a perder el piso en el que mi padre, no solo puso el dinero sino también mucha ilusión en nosotros. Sobre todo en nosotros.

-Yo salgo por las mañanas con muchas ganas de encontrar trabajo –respondió- pero veo pasar las horas y cuando veo que ná de ná se me viene er mundo encima. No quiero aparecé por aquí por vergüenza y ar finá termino tomándome algo porque algún vecino o amigo me ve tan desesperao que me dice: Pedro, anda, tómate una copita y anímate…¡coño que me animo bebiendo y termino casi borracho! Pero créeme Yoli que lo hago sin darme cuenta.

-¿Por vergüenza? ¿Y no te da vergüenza entrar aquí medio borracho? Pedro, que ya no aguanto más. Esto hay que pararlo ya como sea. Mis padres ya están también hartos de darnos tó los días de comé y eso, eso si que es vergüenza, porque aunque sean mis padres yo también tengo mi dignidad y además doy la cara por ti.

-¿La cara por mi? O sea que ya te ponen en contra mía, ¿no?

-Mira, deja estar la cosa, anda. ¿Tú crees que te ponen verde? ¡No digas más tonterías! ¿O es que en el bar no te ve nadie más que mi padre? Te ve mucha gente y después hablan. Si hay algo que reprochar a mis padres es, precisamente eso: que son demasiado buenos y te aprecian. No hablan mal de ti, al contrario, entienden por lo que estás pasando, pero cuando alguien les dice que te han visto en el bar, no tienen argumentos que valgan para salir en tu ayuda. Pero a mi, en confianza, sí me sermonean. Además, no escurras el burto y se lo eches a mis padres, que ya bastante hacen.

Yoli se refugiaba en casa de sus padres mientras Pedro había prometido, como solía hacer a diario, que estaría buscando trabajo porque su situación se hacía insostenible tanto sentimental cómo económicamente.

2 comentarios:

Delars dijo...

Hola, maricona.

Después de 8 meses vuelves con el critiqueo.... vaya tela!

Segundas partes nunca fueron buenas y la mía tampoco, jejeje (ya sabes por donde voy).

Esta semana hago propaganda de las cenas/almuerzos de navidad.

SAludos, maricona.

Delars dijo...

Maricona!

El que ha nacido es mi sobrino.

Saludos.