viernes, 23 de enero de 2009

HOLLIDAY & LONG PLAY (2)

Para poder contar con el jugador del Betis Biosca, tuve que contactar primeramente con Carriega, entrenador que por entonces llevaba a este equipo. La única condición que me puso fue que, ya que el jugador tenía familiares que vinieron de Almería a visitarle, que le diese entradas para ellos y que por favor, entrevistara al jugador, a ser posible, de los primeros, porque el entrenamiento era sagrado y no quería que nadie por ningún motivo faltara.
Pues no sabe bien de lo que salvó Biosca. La intervención del “espontáneo” formó tal algarabía que ese día se tuvo que suspender el evento, no sin antes ver el show que se montó entre los vigilantes de seguridad –que no eran como ahora, sino más bien se atenían a la ley- y el protagonista de la trifulca por mor de la frasecita.
Ni que decir tiene que el director de la marca de perfumes retiró su apoyo al programa y todo quedó en ese día.
Ya que había sido un rotundo fracaso la emisión radiofónica, cambiamos radicalmente el sistema, de manera que ya nada pudiera ser retransmitido en directo. Así que, manos a la obra. Decidimos traer todos los sábados a personajes famosos, artistas y gente del espectáculo.
Ya teníamos en cartera a José Luis Segura, así que volví a llamarlo y quedamos para el siguiente sábado. Yo pensé que iría para hablar de toros y así lo presentó Manolo Carrascal. Por cierto que este Manolo Carrascal rajaba más que un cuchillo nuevo y se enrrolló en la presentación al menos 15 minutos. Ensalzando las artes de Pepe Luis Segura con el capote, con la muleta y qué se yo cuántas cosas más. La gente ya estaba impaciente y a punto estuvieron de gritarle. Gracias a que le dije a Pepe Luis: “Quillo, sube ya y quítale el micro porque si no éste nos arruina la noche”.
Subió al escenario con un traje blanco impoluto y bufanda blanca. Su aparición hizo que rompieran en un gran y largo aplauso por parte de los asistentes, que creo que fueron más por el morbo de ver si volvía a pasar algo que por el evento en sí.
Cual no sería la sorpresa cuando al preguntarle por cosas taurinas, dijo que él venía a hablar de una escuela de adiestramiento de perros para policia que había abierto. Menos mal que la gente se entusiasmó con su verborrea y la noche terminó tranquila.
Finalmente decidimos quedarnos con este modelo de espectáculos. Ya la gente iba con la idea de encontrarse de vez en cuando con un personaje famoso y tratarlo de tú a tú, porque al ser un espacio en el que no existían barreras ni obstáculos físicos que impidieran el contacto directo, había charlas amenas entre los espectadores y los personajes que estaban invitados.
Lo que sí recuerdo como si lo estuviera viviendo en este instante eran el “mano a mano” que tenían El Pali y Adelita Domingo. Desde que lo invitamos por vez primera, se tomaron los sábados para acercarse a la discoteca y pasar allí el resto de la tarde-noche. Naturalmente sus consumiciones estaban siempre pagadas, por lo que ambos tenían todo el campo libre para beber hasta saciarse, por no decir coger la tajá.
Y digo el “mano a mano” porque, a pesar de que El Pali por su gran contenido de glucemia que tenía, amén de llevar gafas con cristales como culos de vaso, le perjudicaba lógica y enormemente a su vista y a la glucemia. Más de una vez se lo dije pero él ni puto caso. Tanto el uno como la otra tenían por costumbre beber, o ginebra a palo seco o con tónica. Y cuando El Pali se recalentaba, pues se soltaba con unas sevillanas y Adelita Domingo las bailaba. Eso extra. No entraba en la programación que hubiera en esa noche. Pero tampoco se despreciaba puesto que los dos eran, a mi modo de verlos, dos auténticos monstruos del arte flamenco.
Nuestra… mi meta era haber traído al espectáculo a Gracia Montes. Una artista como la copa de un pino, pero que rechazó la oferta por problemas de salud. Efectivamente no era una excusa, puesto que más tarde nos enteramos de que había padecido una hepatitis C.
Ya que estoy en tema con Gracia Montes, recuerdo que, no sé si en el 79 o el 80, fue como invitada al famoso “Potaje de Utrera”. Era muy metódica, por no decir maniática –en el mejor sentido- con sus cosas. Así, por ejemplo, entre canción y canción a ella le gustaba tomarse un trago de agua y enjuagarse la boca. Por lo que fuera, en vez de agua, cosa que no sé por qué regla de tres no había, le ofrecieron vino fino. Gracias a que una espectadora, y no se sabe de dónde puñetas sacó el búcaro, ella pudo satisfacer su exigencia y prosiguió cantando.
Pero el problema morrocotudo se lió cuando ella se enteró de que, al ser un festival benéfico o al menos ella no iba a cobrar porque se ofreció voluntariamente a ello, el resto de invitados, también por la causa, cobró y desapareció. Entonces exigió que se le pagara, creo que cinco mil pesetas, y ya hasta ahí no llegué. No sé si cobró o finalmente se quedó con el disgusto.(continuará)

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