lunes, 3 de noviembre de 2008

Los Truquitos de los BANCOS


Esta mañana me fui al BANCO TAL con ánimo de hacer un ingreso en una cuenta de la que me dieron un número.
Cuando llegué, ya desde la calle, observé por la cristalera que apenas había nadie. Un matrimonio ya mayor en el mostrador que estaba siendo atendido, una señora sentada esperando y otra más de pie. Así que me dije: “Pues esto debe ir rápido”… ¡Y una leshe!
Resulta que cuando entro me doy cuenta que la cajera no era la de siempre, sino un caballerete, porque resulta que la cajera estaba de baja por enfermedad. (Todo el mundo tiene derecho a estar enfermo, ¿no?) Pues eso.
El matrimonio mayor no venía a ingresar o retirar dinero, sino a informarse de un depósito que querían hacer. Como no había nadie en la mesa que debían atenderles porque estaba atendiendo la caja, pues se plantaron delante del mostrador a recopilar información sobre los tipos de depósitos. Y bla, bla, bla…hasta media hora.
Los que esperábamos estábamos más nerviosos que la mano de un novio. En un determinado momento, el Banquero le dice al matrimonio:
- Lo más importante es el interés que van a recibir ustedes.
Se acerca algo más a ellos y en voz más baja les dice:
-Por los 6.000,00 € recibirán ustedes 240,00 € al año.
Se miran los dos, el matrimonio, algo perplejos y el marido se vuelve hacia el Banquero:
-¿240,00 € nada más?
-¡Hombre, que son 40.000 Ptas.! (Truco de magnificar para después minimizar el importe que el matrimonio iba a “soltar”) por 6.000,00€ que vais a dejar en depósito (aquí está la minimización)
Y el hombre que de tonto no tenía un pelo y, a pesar de ir con su gorra y el rostro más quemado que la pipa de un indio de trabajar en el campo, soltó esa típica medio sonrisa que sale apenas de la garganta, de esa que se oye más o menos así: je, je, je y le dijo:
- Mirusté, yo le meto un millón en el Banco y usté me da 40.000 pejeta pal año que viene, ¿no?
- Exactamente.
- ¿Y si saco er dinero ante der año, ¿qué pasa? Porque loh Banco nunca pierden, ¿Amo que no?
- No es tanto lo que el Banco les descuenta, hombre. Sólo 9 € del interés.
- Dirá usté 1.500 pejeta. (¡Toma ya indirecta-directa!)
- Si. Así es, caballero.
- Po mirusté nojotroh egponemos mucho capitá pa tan poco interé. Amo, que si yo le tengo que pagá 6.000 € ar Banco le tengo que pagá poh lo meno er doble por el interé que me cobran ustede. No mie usté, asín no jasemo negosio.
Estuve a punto de soltar una gran carcajada, pero pude aguantarme.
Bueno, pues me llega el turno, después de esperar a las dos que iban delante mía.
En el momento de ponerle la hojilla con el número de la cuenta en la que debía ingresar el dinero, llaman al teléfono. Coge el aparato con una mano y con la otra, automáticamente, retira el trozo de papel que tenía sobre el mostrador y lo pone delante del teclado. Yo, a esperar pacientemente. Termina de hablar, levanta la cabeza y me dice:
- Dígame usted, ¿qué desea?.
Le señalo el trozo de papel, lo mira y dice: Perdón. Y acto seguido lo coge, lo arruga y lo tira a la papelera. Vuelve a mirarme y vuelve a preguntarme. ¿Qué deseaba?
- Deseo hacer un ingreso.
- Deme el número de la cuenta, por favor.
- Cójalo usted de la papelera, que acaba de arrojarlo.
- ¿Ese papel era suyo? Perdóneme, lo hice sin darme cuenta. Ruego que me disculpe.
- No pasa nada. Un error lo tiene cualquiera.
- Dígame su nombre.
- Fulanito de tal.
- Su DNI
Ya este último dato me pareció algo más extraño, pero aún así se lo di. Por seguridad o qué sé yo, aunque raro, no me pareció descabellado.
- Por favor, ¿me da su domicilio?
- Vamos a ver. Vengo a INGRESAR, no a retirar. Aún así, no veo la necesidad de tener que darle toda mi información personal.
- E
s que esta aplicación del PC me la exige. (Truco para incluirme en la base de datos)
- Se la exige a usted, no a mí. Mire, no sé cuánto tiempo lleva usted aquí, en caja y, seguro que está acostumbrado a, en su mesa (miro hacia ella), solicitar todo tipo de información. Pero esto es la caja y, a menos que usted desee mis datos personales para enviarme correspondencia a mi casa con vistas a prospeccionarme como cliente, no veo qué utilidad tiene el tener mi dirección en su base de datos. Y la verdad, no tengo interés en ser cliente de este Banco.
- Bien, bien. No importa.
Terminamos la operación y ya cuando me iba a marchar le dije:
- Hoy no te sale ná bien, compadre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaaa, muy bueno: a la guerra con la banca, que se enriquece gracias a nuestro dinero. Son los grandes ladrones del mundo actual.
Saludos