miércoles, 5 de noviembre de 2008

Un sueño que tuve

“”Soñé tener una pequeña burbuja entre mis manos a la vez que volaba en vertical sin detenerme, cuando de repente observé que esta pequeñita pompita de jabón se iba transformando y adquiriendo unos colores transparentes cada vez más débiles. Pensé que su debilidad se debería a mi contacto, así que poco a poco fui soltándola, con el mismo cuidado que se deja sobre la cuna a un bebé. Quedó al aire, flotando y perdiendo fuerza. Aún seguían los colores girando sobre su superficie cuando ví que dentro de esa burbuja se hallaba una personita. Pequeña, delicada, muy frágil. Llevaba su pelo castaño, suelto y larguísimo, su vestido era de un morado estampado con el cuerpo ceñido y la falda de volantes. Era delgadita, pero su cuerpo era elegante y esbelto para su estatura.

Recorrió por mi espalda una tremenda sacudida. La burbuja estaba a punto de estallar, se convertiría en miles de gotitas pequeñas de agua y el ser que dentro se encontraba iría directamente a plasmarse contra el suelo. Rápidamente intenté bajar a su altura para poner otra vez las manos debajo para cuando estallara poder sujetarla… pero llegué tarde. La burbuja había estallado. Vi como la personita iba tomando cada vez más velocidad, sentía una angustia inmensa, me hacía impotente la situación, no lograba ver una solución rápida que me permitiera salvar ese cuerpito…

Todo lo fulminante que supe ser lo empleé en bajar, dejé de volar para convertirme en un ente sin cuerpo, mezclándome con el aire y formando parte de él… poco a poco fue frenando la caída, formé parte indivisible del aire y pude sujetar con mis moléculas a mi pequeña personita. Sentí un gran bienestar interior… era la hazaña más hermosa que había realizado, aunque pensé que la situación la provoqué yo al llevar esa pequeña burbujita en mis manos. Instantes después volví a convertirme en el cuerpo que era.””

Este ser tan débil posaba ahora sobre la palma de mi mano Se dio media vuelta, me miró a los ojos y me dijo:

- ¿Quién eres?, ¿qué hago aquí?

- No séle respondí- llevaba una burbujita en mis manos y apareciste de repente. No tengo cómo responderte, sólo que estuviste en peligro y quise salvarte.

- ¿Salvarme? ¿qué sabes tú de mí? ¿Y si yo quise provocar esta situación? No debiste interceder. Era mi voluntad.

- Entonces, respondí, te salió mal porque mientras yo vea que peligras, estaré aquí e intentaré abortar cada situación que quieras incitar.

- No comprendes, -me respondió ella-. Mi destino es el que tengo. Intentar cambiarlo sería cómo darle una vuelta de tuerca más al mundo. Cada persona es de una manera, cada persona tiene su signo escrito en las estrellas. ¡No eres nadie para intentar cambiarlo!

- ¿No te paraste a pensar, -le contesté-, que tu destino puedo ser yo?, ¿que apareciste ante mi porque el destino lo quiso y que posiblemente yo sea tu punto final?

- No, no lo pensé. Pero olvidas algo. Mi voluntad. Y ésta es haber seguido el trayecto hasta llegar al suelo.

- Aún estás a tiempo, le impugné con ironía.

Me puse la otra mano a modo de venda ante mis ojos y dejé los dedos levemente entreabiertos para ver su reacción. Era una situación cómica…cómo un personaje tan débil tenía un carácter tan formado y fuerte y yo, que hacía un millón de veces su cuerpo, estaba casi doblegado a su personalidad.
Me miró fijamente, hizo una pose de espera, cruzó sus brazos y separó la pierna izquierda hacia el lateral dejando ésta algo más avanzada. Esbozó una sonrisa que me hizo quitar rápidamente la mano y mirarla atónito.

- Veo que estás dispuesto a todo, me dijo. ¿Serías capaz de enfrentarte a alguien que me tiene el carácter absorbido?

- No te entiendo. ¿quieres que me enfrente a alguien? ¡Ah! Ahora entiendo. No era tu voluntad la que te hacía quererte estrellar sino tu desesperación.

- No, no. Estás equivocado. Me encuentro perfectamente pero quiero ponerte a prueba. Si piensas que verdaderamente tú eres mi destino, creo que deberías luchar por él.

- ¡Vaya! Tan bien que estaba yo con mi pompita de jabón…con mi burbujita y me apareces para complicarme la existencia. No, si a veces me tiene bien empleado por meterme en asuntos que no me incumben.

- ¡Venga, venga!dijo sin dejar la muesca de su sonrisa- has hecho por salvarme cuando no te lo pedí y ahora, que te lo pido, me sales con sarcásticas evasivas.

Dejó la postura que tenía de brazos cruzados y pasó a ponerlos en jarra, en tono desafiante.

- ¿Quieres ganarme?dijo con el ceño fruncido- pues pelea por mí. Lucha y tendrás tu recompensa.

- ¿Qué recompensa obtendré? Aparte de estar contigo casi discutiendo desde que te conozco, ¿a qué puedo aspirar contigo?

- Ni ideas tienes de lo que puedo ofrecerte. ¿Ves este cuerpo tan pequeñito y tan endeble? Pues dentro de él se encuentra una mujer llena de amor y ternura…claro que, pensándolo bien, no creo que seas tú mi tipo.

Antes la tenía por un ser frágil, débil y casi indefenso. Pero poco a poco y a más que iba tratándola me daba cuenta que su personalidad era arrolladora, aunque hasta creo que me tenía psicológicamente hundido con esa última frase que soltó. Tuve que reaccionar. Era su mente contra la mía y aquí la estatura y el sexo no eran cuestiones prioritarias. Estaba en juego mi ego y por ahora me ganaba por goleada. Tuve que recurrir a mis más íntimas habilidades y recursos. Los que hacen que se disipen las controversias y discusiones que llegan hasta la violencia.

- No es mi estilo pelear o combatir cuerpo a cuerpole dijeMi lucha, es sobre mi terreno. Sobre el único que no se derrama sangre ni dejan huellas de resentimiento.

- Explícatedijo sin saber por donde iba yo

- Es fácil. Tú hablas con él y conmigo. Mis armas son la dialéctica, el saber entender las situaciones y darles solución. Mis armas son la distancia, las de no involucrarse y no provocar situaciones violentas, las de ver el peligro antes de que éste asome… salvar a quién necesita ayuda. ¿Qué te ofrece quién te tiene el carácter absorbido? ¿Ostentación?, ¿paseos en yate?, ¿vanidades? ¿Un mundo de lujo y de falsedades sobre la que construir un futuro? Sin darte ni cuenta, él te está manipulando hasta el extremo de querer terminar con tu vida simplemente por que sí. Tú misma te tienes por una mujer llena de ternura y de amor, pero creo que estás en el bando equivocado.

Quedó un instante pensativa. Estaba discurriendo la sensatez de mis palabras, hizo una muesca, un gesto dando a entender que algo quería objetar y volvió a tomar la pose que le daba tranquilidad y que también le daba esa seguridad ante mí. Sabía que a pesar del cuerpo tan enorme que tenía delante de sí, éste no se atrevería a mover un dedo para hacer el más mínimo daño.

- Estoy pensando… -dijo- que tienes un don de palabra fabuloso, pero que son de palabras vacías. No creo en que con palabras se pueda ganar una guerra.
- No, -contesté- las palabras ¡evitan! las guerras…pero también las provocan. Una vez que el mal está hecho, no cabe sino combatirlo. Tú aún estás a tiempo. Él no me conoce ni yo a él. La guerra no ha empezado y tampoco estoy por la labor de comenzarla. ¡Es más, prefiero retirarme y que me llamen cobarde, antes que ver cómo se derrama una gota de sangre por mi error!

- Ahora quiero decirte algo y con esto termino. Eres inteligente y sabes discernir entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira. La burbujita en la que ibas –flotando, inestable y a punto de estrellarte- es la vida que te espera junto a él. Seguridad, estabilidad, sosiego y entendimiento, conmigo. Te lanzo el dardo de vuelta y ahora eres tú la que debes elegir.

- Mientras te decides…siempre estaré esperándote sobre una toalla tomando el sol...


-“Mentre siete decisi …sempre aspetterò sopra un tovagliolo che prende il sole voi”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para llegar a ese lugar solo hay que girar en la segunda estrella y todo recto hasta el amanecer....